Las cadenas de suministro a nivel global enfrentan en la actualidad una crisis sin precedentes, tras el avance del COVID-19 que a la fecha ya se describe como una de las peores pandemias de la historia contemporánea. Los efectos de la epidemia, cuya cara más triste es la pérdida de vidas, se han extrapolado en las más diversas direcciones. Es así como los esfuerzos mundiales para contener el brote de coronavirus han golpeado a todo el esquema económico mundial y desde minas de cobre en Chile hasta la fabricación de automóviles en Alemania, pasando por un sinfín de industrias que están viendo en esta emergencia un triste corolario.
En los últimos días, una crisis de la cadena de suministro que comenzó a principios de este año con las fábricas chinas se ha extendido hasta industrias claves en otros lugares que habían resistido el impacto hasta ahora. Los cierres están contribuyendo a la creciente convicción de que el mundo ha caído en su primera recesión desde la crisis financiera hace más de una década (2008).
El shock de esta crisis en las cadenas de suministro es aún más profundo y extenso, ya que impone a todos los actores, públicos y privados, medidas inéditas. Desde la configuración total e incluso el cierre de operaciones hasta la redistribución de la fuerza laboral y la reconfiguración de las metodologías de trabajo.
Inmerso como está Chile en el ecosistema económico mundial, al ser una de las economías más abiertas a nivel global, el impacto del Covid-19 ha sido general. Desde las operaciones portuarias, que han debido responder a estrictas medidas de control y reestructurar horarios y turnos de trabajo para ir en resguardo de sus trabajadores, hasta el cierre del retail –con excepción del rubro supermercadista, farmacéutico y ferretero, para evitar aglomeraciones y responder a las medidas de restricción social impuestas por el gobierno. Todo el ecosistema económico nacional ha mutado.
¿Cómo ha respondido el sistema logístico a nivel nacional a la fecha? Lo cierto es que la performance de privados y públicos se ha puesto a prueba, logrando salir airosos a pesar del adverso escenario. Digno de reconocimiento es el esfuerzo de entidades como la Aduana nacional que ha implementado diversas medidas para la facilitación de las operaciones en los diferentes terminales portuarios, aeroportuarios y fronteras del país. En este punto, la digitalización ha tomado un rol esencial, ya que ha permitido a los actores del medio la tramitación online de ciertos procesos, una experiencia que ha nacido desde la crisis y que, sin duda, debe someterse a revisión, evaluación y mejora para ser instaurada –en un futuro cercano- como una práctica habitual.
En torno a la digitalización, sin lugar a dudas uno de los grandes desafíos que ya podemos vislumbrar es no sólo la implementación de las tecnologías digitales, sino también su uso transversal a nivel operativo. Es necesario pensar “outside the box” no sólo al interior de las empresas, sino también a nivel estatal, potenciando el uso de herramientas digitales para el obvio tránsito de lo presencial a lo virtual. Ese el futuro.
Tomando en cuenta lo anterior, una de las grandes revelaciones a nivel local (y global) ha sido la implementación del denominado Home Office, modalidad de trabajo que ha supuesto importantes desafíos para diversas industrias, entre ellas la logística, pero que a su vez ha sacado a relucir las mejores capacidades de las personas. Por cierto, aún queda mucho por perfeccionar en torno a esta modalidad, pasando por la infraestructura comunicacional y tecnológica del país, las normativas laborales y la capacitación. No obstante, lo que la realidad impuesta nos ha enseñado es que la adaptación y conocimiento de las tecnologías de la información es un requisito esencial en la era digital en la cual estamos inmersos.
Desde el punto de vista asociativo, la crisis sanitaria ha dejado de manifiesto la importancia de la acción mancomunada para la transmisión de información relevante y oficial, la gestión y resolución de problemáticas y por cierto, ha resultado vital para fortalecer el quehacer de los actores del rubro. En esta línea, Para Alog Chile, el compromiso de mantener a sus socios y a la comunidad logística nacional actualizada respecto a cada nuevo protocolo estatal y actuar como organismo vinculante entre el ámbito público y privado; aportando nuestra experiencia y conocimientos para mantener a la cadena de suministro nacional activa en medio de la crisis ha sido un desafío potente y, por cierto, ineludible.
Al margen de los efectos negativos que la crisis sanitaria ha tenido en la cadena de suministro local, lo cierto es que de toda crisis siempre hay algo que aprender; este es quizás el gran reto que nos queda por delante, una vez que logremos superar esta pandemia. Queda aún mucho por hacer, mucho que enfrentar y promover, teniendo siempre por delante la convicción de que unidos somos más fuertes.