Durante las últimas semanas ha sido noticia la escasez de conductores de camiones en el Reino Unido para poder transportar combustible a las estaciones de servicio. El gobierno ha tomado cartas en el asunto enviando notificaciones a todos quienes tienen licencia profesional con el fin de ofrecerles trabajo, pero la verdad es que esta no es una situación puntual, sino más bien una tendencia mundial que año tras año va en aumento. La Asociación Estadounidense de Camiones ha estimado el déficit en 80.000 conductores y a Europa completa le faltan 400.000. Mientras que en Chile se calculan aproximadamente 13.000 conductores profesionales faltantes cada año.
Dejando de lado, por el momento, los problemas logísticos que esta escasez genera y que tienen a la Cadena de Abastecimiento tensionada y con cuellos de botella en diferentes etapas del proceso de transporte, existe un problema menos evidente e invisible pero quizás mucho más complejo: el tremendo estrés y exigencia al que se ven sometidos los pocos conductores que deben hacerse cargo de la enorme demanda de kilómetros por recorrer.
Si bien la mayoría de las empresas de transporte respetan las jornadas de conducción y descanso exigidas por la ley, el problema aún se mantiene por 2 razones: La primera es que dicha ley no incluye a los conductores independientes que son dueños de sus propios camiones; la segunda es que, si bien un conductor puede cumplir la ley para una empresa, en las horas que supuestamente deberían descansar, muchos las aprovechan para seguir conduciendo, ya sea para otra empresa o para sí mismos, haciendo “pitutos” que nunca faltan por la alta demanda existente.
Esta situación nos afecta a todos quienes utilizamos calles, caminos, carreteras y autopistas, ya sea en nuestros vehículos o en transporte público, pues compartimos, día a día, un entorno con miles de camiones de alto tonelaje controlados por conductores muchas veces agotados, somnolientos, estresados o distraídos que, de no tomar medidas, son una bomba de tiempo que tarde o temprano generará un accidente fatal.
Las autoridades de cada país y los generadores de carga están conscientes de esto y por ello están abordando diferentes ángulos para solucionar el problema, como por ejemplo mejores leyes, incentivos a carreras técnicas de conductor profesional, obligatoriedad de tecnologías preventivas, dispositivos de alertas en cabina, plataformas de evaluación, programas de capacitación-intervención y modelos matemáticos predictivos de riesgo de conducción, entre otros.
El problema es muy grave y en cualquier momento podría afectarnos directa o indirectamente a todos por lo que nadie puede desentenderse del tema, menos aún quienes estamos relacionados con la industria del transporte, pues estamos obligados profesional, ética y humanamente a hacer todo lo posible para disminuir el riesgo de que estas bombas exploten.
Rodrigo Serrano, vicepresidente corporativo de Innovación y Desarrollo en Wisetrack Corp