El viernes 11 de octubre, Uber realizó un sorpresivo anuncio: el cierre de un acuerdo con Cornershop para convertirse en el socio mayoritario de esta compañía fundada por los chilenos Daniel Undurraga y Juan Pablo Cuevas, junto al sueco Oskar Hjertonsson.
Fue una jugada que no se veía venir, sobre todo porque las miradas aún estaban puestas en las intenciones fallidas de Walmart por adquirir la empresa. El negocio había sido anunciado en septiembre de 2018, por un monto de US$ 225 millones, precio inédito para una startup local. Pero en junio de este año, la operación se cayó, luego de ser cuestionada por las autoridades de libre competencia en México.
Esta nueva intención de compra fue catalogada entonces por los medios como una gran sorpresa y un remezón al mercado. “Queremos que Uber sea el sistema operativo para la vida cotidiana de nuestros usuarios”, reveló junto con el anuncio la CEO de la firma, Dara Khosrowshah. Y esta meta unificadora es justamente una razón poderosa para tanto asombro, así como también para generar una serie de nuevas perspectivas, no para uno, sino que para varios mercados al mismo tiempo: transporte, delivery, retail, alimentos.
La compañía, que surgió como una alternativa al sistema de taxis para transporte de personas, aún mantiene a esta como su actividad principal. Sin embargo, ha puesto un fuerte foco e inversión en su división de reparto a domicilio de alimentos, denominada Uber Eats, un modelo que tiene actualmente una alta tasa de aceptación y sigue en proceso de expansión. Con la adquisición de Cornershop, Uber vislumbra una nueva oportunidad de conquista, esta vez de los servicios de intermediación de compras y entregas de supermercado a domicilio, en los que la compañía chilena ya tiene un buen camino avanzado, con buena presencia en Chile, México, Perú y Canadá.
Uno de los aspectos que llamó la atención de Uber y que fue mencionado al introducirse en Cornershop, es que la aplicación chilena haya logrado convertirse en un producto tan bueno con recursos tan limitados. Según informó la compañía sueca, la operación de adquisición considera un aumento de capital en Cornershop para inyectarle recursos frescos, lo que traería como efecto más inmediato y concreto su aceleración en la expansión internacional. De hecho, Uber adelantó que su plan es que la incorporación de estos servicios comience en Latinoamérica, donde se pondrá a prueba su funcionamiento (aprovechando su actual presencia), para luego expandirlo hacia otras regiones.
Las expectativas son altas, tanto para los involucrados como para quienes miramos esta operación más desde afuera, pues se debe tener en cuenta que Uber tiene a su alcance una rica base de clientes que ya está familiarizada con el delivery. La expansión de sus servicios, entonces, hacia supermercados y otros retailers, trae consigo una oferta muy atractiva para los consumidores, cuya disposición y apertura a hacer todo tipo de compras por canales no presenciales, crece día a día.
Sin embargo, el “remezón al mercado” con que los medios de comunicación apellidan a esta transacción, está más relacionada con la reconfiguración que puede significar para los sectores en que ambas compañías se desenvuelven. El crecimiento de Cornershop y una potencial masificación en el uso de los servicios que ofrece, supone un impulso fuerte al delivery. Este escenario también puede transformarse claramente en una presión para nuevos actores del rubro, que hoy son parte de la cadena de consumo y que buscan nuevas formas de satisfacer las necesidades de sus clientes.
Este es el caso del segmento de supermercados, para el que se abren nuevas oportunidades y, a la vez, la obligación de adaptación activa a este tipo de venta. De hecho, este punto fue una de las razones por las cuales el ente regulador mexicano había planteado reparos a la fallida adquisición por parte de Walmart. Era una aprensión que Cornershop se rehusara a proporcionar su servicio de manera no discriminatoria a los competidores de Walmart, así como también que Walmart dejara de comercializar sus productos en otras plataformas de comercio.
Esta presión también se extiende para aplicaciones como Rappi, competencia directa de Uber Eats en el delivery de restaurantes, que podría verse obligado a expandir su actividad para mantenerse como un actor importante en la nueva oferta altamente diversa de servicios.
Es claro que Uber está destinando esfuerzos gigantescos a ampliar sus servicios para buscar el poderío en la oferta al cliente. Y si el objetivo es convertirse en el sistema operativo del quehacer cotidiano de las personas, como anunció su CEO, las sorpresas podrían seguir ocurriendo.
Por Sebastián Ojeda, CEO de Beetrack