El puerto peruano, con una inversión de 3.500 millones de dólares y su capacidad para transformar las rutas comerciales del Pacífico, se perfila como un nuevo epicentro logístico en Sudamérica. Este desarrollo plantea desafíos para Chile, que enfrenta la necesidad urgente de modernizar su infraestructura portuaria y mejorar la competitividad de sus exportaciones para no quedar atrás en el comercio global.