La globalización nos permite tener acceso a información de otras latitudes. En materia logística se analizan y dan a conocer tremendas inversiones tecnológicas que muestran automatizaciones, incorporación de Inteligencia Artificial o Robotización; todas soluciones que van en ayuda de optimizar la operación logística y cumplir con los desafíos operativos que se plantean. Una logística con mirada de futuro, dicen algunos, una nueva logística, sin lugar a duda.
Si bien estos, a veces, rimbombantes proyectos tecnológicos captan la atención de todos; muchos ven esta realidad con lejanía y es ahí donde surge la pregunta ¿podremos nosotros llegar a ese nivel de inversión? ¿Mejoraría nuestra operación estas soluciones? ¿Se pagarán estas inversiones? y es aquí donde se pone en juego las principales cualidades de la tecnología: su flexibilidad y escalabilidad.
Cada negocio es un mundo, compuesto por distintas aristas que hacen de él una complejidad en sí misma y también un desafío al momento de diseñar un proyecto de esta envergadura que englobe, tanto la visión de negocio, el futuro, el correcto nivel de inversión y también el determinar las soluciones adecuadas que se sumarán a la operación. Y, a la vez, son estas complejidades las que han dado al diseño y evaluación de las inversiones un rol fundamental de cara al éxito de los proyectos, por lo tanto, es fundamental conocer la operación.
¿Cuándo se debe invertir? Es la pregunta que ronda la mente de los ejecutivos de Supply Chain. Algunos síntomas que pueden ser señales de la necesidad de evaluar un proyecto de inversión de esta envergadura son: tener una operación que se está viendo colapsada; muchos procesos manuales con alta dependencia de las personas; largas y extensas jornadas para “sacar la pega”; escasa predictibilidad para determinar cuánto tiempo tomará el trabajo del día (se sabe cuando comienza, pero no cuando se termina); poca o escasa visibilidad de los números, o tal vez cuando no hay respuestas claras y definidas de las razones que no se logró el objetivo del día; estos síntomas nos hablan de procesos muy manuales y con falta de fluides.
Usualmente estas realidades ya han sido resueltas, en distintos grados, en empresas con algún nivel de automatización. Sin embargo, también en ocasiones ven como su operación ya no da para responder a los desafíos de la industria y, por lo tanto, necesitan pensar un próximo paso. Así, se comienza a analizar y mirar que hay más allá. Todo modelo operacional tiene un límite y capacidad, dependiendo del grado de madurez o automatización de una operación ella tendrá un potencial a alcanzar, y con cada peldaño tecnológico posible será es optar a un nuevo límite de potencial.
Naturalmente, cada uno de estos peldaños también tendrá una curva de aprendizaje propia hasta alcanzar todo su potencial. Según la operación alcanza al potencial, sus mejoras tendrán una tasa de mejora decreciente, llegando a un plateau. Alcanzar este plateu potencial no depende sólo de la tecnología, sino también del management y equipo humano que permite que ello ocurra y es reflejo de que el diseño de la solución tecnológica fue adecuadamente estudiado.
UNA INVERSIÓN BIEN HECHA SIEMPRE RETORNA
La automatización no es la solución para todo. Estas herramientas no son una barita mágica que solucione los problemas operacionales y de diseño en las empresas. Cada negocio tiene un “nivel operacional” actual y futuro- que puede ser medido por la cantidad de unidades, cajas, pallets, líneas, VAS – y que determinará una lista de opciones posibles para mejorar su operación.
Este nivel operacional también los llevará a posicionarse en un algún peldaño tecnológico y, por tanto, algún grado tecnológico o de automatización que requiere su nivel de madurez. Así también tendrá un nivel de inversión necesario, el cual debe estar correlacionado con el ROI o retorno de la inversión (payback). No hay que tener miedo a la automatización, porque este proceso bien pensado, bien analizado, bien diseñado y planificado tendrá un retorno de su inversión.
Hemos escuchado muchas veces la frase: “somos muy chicos para automatizar”, pero generalmente esa idea responde a que se mira una solución de automatización equivocada, ya que nadie es tan pequeño como para iniciar este camino en el grado que corresponde y que necesita su operación.
El retorno de las inversiones es clave para el éxito de estos proyectos y para la mirada de futuro de las operaciones. El tema en cuestión no es cuánto cuesta la inversión, sino en cuánto tiempo retorna. Así, la pregunta correcta debiera ser en cuanto tiempo se paga la inversión y no si se puede pagar. Por lo tanto, el retorno está estrechamente ligado con el correcto diseño del proceso, considerando el plan de crecimiento, analizando las estadísticas, entendiendo el negocio, los procesos y las formas de trabajo, es decir, una mirada completa de la operación y de la compañía.
Estar seguro de que se está haciendo lo correcto, es una de las primeras claves para visualizar el éxito de estas inversiones y para eso es fundamental que estén apalancado en un plan estratégico. Cuando la compañía quiere crecer en volumen de negocio normalmente los proyectos se justifican, porque será marginal el costo al lado de los beneficios que traerían.
Por lo tanto, un plan estratégico con una clara visión de Supply Chain permite ver hacia dónde quiere ir la empresa y buscar el camino para alcanzar esta meta. Hoy, por lo general, las grandes inversiones pasan por tecnologías, dado que las empresas ya cuentan con una buena infraestructura logística.
Finalmente, el gran impulso que requieren las medianas empresas para contemplar una inversión de esta naturaleza y dar así el salto esperado es la confianza. Tener la tranquilidad y la seguridad de que están haciendo una buena inversión es fundamental y para eso es clave contar un partner capaz de mirar su operación, ayudarlo a definir el camino a seguir y que lo acompañe de principio a fin.