Por María Macarena Videla C. Directora Legal & Compliance en Wins Chile / Legal Performance Director en BTrusted (Consultora Legal especializada en Compliance y Derecho Corporativo)
Cada 16 de febrero, el Día Internacional de la Logística nos brinda la oportunidad de reconocer a una industria esencial que, aunque opera tras bambalinas, impulsa el motor del comercio mundial. Al igual que el sistema circulatorio del cuerpo humano, la logística conecta a productores y consumidores, llevando bienes y servicios a cada rincón del planeta, satisfaciendo necesidades y, en última instancia, mejorando la calidad de vida de las personas.
Sin embargo, esta vasta red de conexiones, que se extiende a través de fronteras y culturas, también enfrenta desafíos cada vez más exigentes y significativos. En un comercio globalizado y complejo, la logística se expone a riesgos que trascienden la mera eficiencia operativa. La vulnerabilidad ante delitos económicos, violaciones de derechos humanos y tráfico ilícito (armas, drogas y personas) exige una respuesta integral y proactiva.
Aquí es donde el compliance emerge como un pilar fundamental. Un sistema de cumplimiento sólido no solo previene sanciones penales, reputacionales y económicas, que podrían generar pérdidas irrecuperables para empresas y representantes legales, sino que también establece un marco ético que garantiza la integridad, solidez y sostenibilidad de la cadena de suministro.
La complejidad y extensión de las cadenas de suministro dificultan la supervisión exhaustiva de todos sus actores y, por ende, la identificación de riesgos a lo largo del proceso logístico. Las operaciones transfronterizas aumentan la exposición a diversas normativas y culturas empresariales, mientras que la búsqueda de costos bajos y tiempos de entrega reducidos puede comprometer los estándares éticos.
Por lo tanto, los líderes de la industria logística deben asumir un rol protagónico en la prevención de estas contingencias, comprometiéndose con la debida diligencia, investigando alertas y evaluando a proveedores y socios comerciales para identificar posibles riesgos de faltas y delitos. Para ello, se recomienda diseñar e implementar modelos de prevención de delitos, matrices de riesgos, políticas corporativas, canales de denuncia y códigos de conducta personalizados para cada actor de la cadena de suministro, así como capacitar a los empleados sobre estos elementos y los riesgos identificados durante su creación.
Además, es crucial aprovechar los avances tecnológicos disponibles para el compliance, que permiten ejecutar estas tareas de manera eficiente y precisa, impulsando una transformación cultural y operativa en la industria. Estas tecnologías y softwares de alta gama son aliados estratégicos en la implementación y automatización de procesos, facilitando un compromiso exitoso con la sostenibilidad y la ética en la cadena de suministro.
El compliance no es un lujo, sino una necesidad. Las empresas que priorizan la ética y la transparencia construyen relaciones de confianza y largo plazo con clientes, proveedores y la sociedad en general. En un mundo donde la reputación es un activo invaluable, la logística y el compliance deben colaborar estrechamente para construir cadenas de suministro resilientes, sostenibles, justas y éticas.