Con la pandemia y el confinamiento ha quedado en evidencia las desigualdades y los límites impuestos en las estructuras de la sociedad, arraigados hace muchas décadas. Este periodo que espontáneamente nos ha invitado a todos a una reflexión y profundización en todo tipo de temas, también ha sacado a la luz los profundos problemas de discriminación y violencia que se viven en el mundo en distintos ámbitos.
En el mundo de la tecnología durante los últimos años, se han establecidos distintas iniciativas que promueven las variadas luchas que aloja la inequidad, como es la equidad de género, el empoderamiento femenino, la contratación de personas con discapacidades, el respeto por las minorías étnicas y la diversidad sexual, entre otras.
Para quienes trabajamos en la industria tecnológica, sabemos la importancia que tiene esta herramienta como puente para la inclusión y los horizontes que permite. Y es que, desde su génesis, la tecnología ha sido concebida como un instrumento facilitador y/o de ayuda para la vida en general. Es decir, para personas con discapacidad, o para quienes sufren limitaciones para educarse o poder acercar la salud, los servicios tecnológicos han sido un gran aliado y eso ha quedado más en evidencia durante el último tiempo.
En marzo de este año, en el marco del evento “Lecciones para después de la pandemia: reconstruir de forma inclusiva”, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) advirtió que “la inclusión y la tecnología serían claves para mejorar los servicios sociales”. Lo anterior no puede dejar más en evidencia que como industria digital, debemos hacernos cargo y ser quienes den el ejemplo en este sentido.
Durante el mes de junio se celebró en muchas industrias y empresas el mes del orgullo, lo cual es sin lugar a dudas un paso importantísimo en esta discusión, sin embargo, creemos que es un tema país y un tema a conversar todos los días del año para seguir promoviendo espacios de trabajo inclusivos que atraigan el mejor talento y considere a la diversidad como un activo clave para la competitividad y el buen desempeño de la compañía.
Es relevante saber que contamos con políticas públicas, pero también privadas a nivel empresarial que, sin importar la industria, se determinen y apliquen medidas intersectoriales con las que se pueda erradicar la desigualdad y exclusión.
Para NTT Ltd., que cuenta con más de 40 mil colaboradores en 57 países, la diversidad e inclusión (D&I) está asociada a la cultura de innovación que se debe gestionar como una de las estrategias más relevantes de la compañía. Estos elementos tienen que ser prioritarios para las empresas, pero desde acciones concretas, entre ellas, la promoción de políticas de D&I, la implementación de iniciativas de cuidado infantil y de enfermería, la participación de personas con discapacidad, y el respeto e inclusión a la comunidad LGBTIQ.
Hoy es clave que desde el sector tecnológico trabajemos en el desarrollo de un entorno laboral donde todo el equipo de trabajo pueda sentise incluído, independientemente de su origen étnico, raza o nacionalidad. Sin una cultura clara de inclusión y diversidad, la sociedad no evolucionaría. Finalmente, el sector tecnológico se presenta como un espacio en donde el progreso se produce en diversas formas y posibilidades, si bien para seguir avanzando en dicha línea es clave abordar sus desafíos desde una visión inclusiva, la cual la vemos como un atributo de competitividad que nos hace mejores a nivel humano y profesional con nuestros clientes, empleados y comunidades.
Camila Capponi: HR Manager de NTT Chile