Casi todos nos preguntamos ¿cómo seguimos después de la pandemia? Para empezar a responder esa pregunta, podemos comenzar mirando lo que está pasando en un extremo de la cadena de abastecimiento (los grandes centros productivos) y en el transporte desde los mismos, en donde los cambios drásticos en la demanda generaron escasez de ciertos productos alteraron numerosos planes de producción.
Junto con esto, el comercio internacional tuvo problemas importantes con los cierres temporales de puertos por el Covid, y eventos excepcionales como el accidente en el Canal de Suez que generaron el aumento de los precios de los fletes marítimos en más del 100%. Considerando estos eventos se estima que el comportamiento en la otra punta de la cadena (los retailers y distribuidores) seguirá tendiendo al incremento de los stocks de seguridad, tanto para asegurar la provisión a los clientes en el menor tiempo posible, como para poder fijar costos y rentabilidades.
El incremento de los stocks de seguridad lleva a una mayor necesidad de metros cuadrados de almacenaje, demanda que también se está verificando en las principales ciudades de Sudamérica. Más difícil es determinar dónde deben estar esos metros cuadrados y qué características deben tener.
Mucho se habló del drástico incremento del e-commerce, debido a la pandemia, y de las necesidades de altos niveles de omnicanalidad que esto trajo. Estos cambios en los hábitos de consumo mantendrán el foco permanente en la distribución de última milla y en la entrega ágil a los consumidores finales (fulfillment), en donde el camino a seguir puede resultar claro, pero los volúmenes conseguidos y la rentabilidad del negocio desafiarán a la velocidad de avance en la reconfiguración de la cadena de abastecimiento y en las innovaciones a aplicar. Por si no hubiera suficiente, lamentablemente, el impacto del cambio climático generará eventos imprevistos con mayor frecuencia, lo que obliga a los actores de supply chain a desarrollar una mayor capacidad de reacción.
¿El retail físico desaparecerá? Es sobradamente conocido que la pandemia aceleró el proceso de adopción de canales digitales de compra por partes de los consumidores, pero también nos hizo valorar el contacto, la cercanía, y lo presencial. Por lo tanto evitar la ‘commoditización’ y mejorar la experiencia de compra será aún más determinante para el futuro del retail físico. Y también llevar la omnicanalidad a los puntos de venta, incorporándole funcionalidades de punto de recogida (pick up point): un cliente que pasa a retirar un pedido de venta online, sigue siendo un cliente de esa marca que también tiene potencial para comprar físicamente.
Ya se observan centros comerciales en Sudamérica que se están empezando a reformular como ‘Centros de Servicios’, incluyendo sectores novedosos tales ‘Co-Working’ y actividades deportivas. Por lo tanto es de esperar que alguien que tenga una modalidad de trabajo ‘híbrida’ se pase toda una tarde en un mall trabajando, retirando pedidos comprados online, y comprando físicamente. De esta manera, los conceptos ‘híbrido’ y ‘omnicanalidad’ parecen ir de la mano en la nueva normalidad.
Desde la perspectiva tecnológica es imposible pensar en una adecuada gestión de omnicanalidad y distribución de última milla sin sistemas tales como: los ruteadores y sistemas de transporte (TMS) y los Order Management Systems (OMS). En cuanto a los WMS, desde hace muchos años se convirtieron en una herramienta ‘neurálgica’ e imprescindibles para obtener control y eficiencia, pero ahora además se les exige flexibilidad para adaptarse rápidamente a los cambios en el negocio y facilidad para la integración con los ERP, TMS, OMS, automatismos, nuevas tecnologías emergentes, Business Intelligence y hasta incluso las plataformas de tipo marketplace.
Aspectos tales como el cumplimiento de las ventanas de entregas comprometidas a los consumidores finales hacen que los WMS pasen de ser un sistema de administración de stocks a convertirse en una herramienta clave para la evolución de muchos negocios.
Por último, la diversidad de tecnologías como por ejemplo las tecnologías de luces (PTL) aplicadas a Put to Wall, presenta tanto el atractivo de su potencial como el desafío de demostrar buen retorno de inversión, y supervivencia a largo plazo en un marco donde los ciclos tecnológicos son cada vez más cortos, y en donde más de una tecnología puede resolver un problema determinado. El caso de los robots para uso en almacenes es seguramente uno de los más paradigmáticos: indudablemente son una tecnología muy atractiva en donde diversos fabricantes están pugnando por imponer su enfoque y estándares.
Una vez más, aquellas tecnologías que demuestren mayor flexibilidad, capacidad de integración y retorno real de la inversión posiblemente terminen imponiéndose en el mercado. Allá vamos.