El impacto de Internet y la Era Digital en nuestras vidas es enorme y se extiende en muchos ámbitos, incluyendo la educación, los negocios, la política, la ciencia, la cultura y la sociedad en general. En Chile hay un significativo aumento en la conectividad y la digitalización, con más del 90% de la población nacional utilizando la red. La industria logística no es ajena a este contexto y su dependencia de la red es absoluta.
Durante la pandemia, los servicios logísticos que tuvieron total conectividad consiguieron una ventaja inigualable, y continuaron operando mientras gran parte de la población estuvo confinada en sus casas. Un ejemplo es el auge definitivo de las “dark stores” o tiendas oscuras, en que los servicios de almacenaje y delivery fueron claves para satisfacer no sólo necesidades de consumo, sino que también labores críticas en medio de la emergencia sanitaria.
Pero con el fin de la pandemia, tener conectividad total dejó de ser una ventaja y se ha convertido en una exigencia para empresas de cualquier rubro, cuyo flujo de operaciones y rentabilidad depende altamente de la calidad de sus procesos logísticos, independiente de si sus operaciones más estratégicas se ubiquen en radios urbanos centrales o en localidades más alejadas.
En ese sentido, se podría tender a pensar que aquellas empresas ubicadas en zonas más alejadas tienen una desventaja respecto de la conectividad. Pero en la práctica ha sido más bien al revés, debido a diversos obstáculos que han debido enfrentar organizaciones ubicadas en algunas de las principales ciudades del país.
El robo de cable de cobre es una tendencia que llegó para quedarse y, en los últimos dos años, totaliza más de 700 kilómetros de líneas sustraídas. Si bien los cables de fibra óptica no incluyen cobre, el desconocimiento o la velocidad con que se cometen estos ilícitos muchas veces dejan sin conexión a Internet a zonas urbanas completas, con tiempos de reposición del servicio que pueden tomar incluso varios días, y con las respectivas consecuencias económicas para las empresas afectadas, tanto en productividad, horas hombre o caída de las ventas, entre muchas otras que son más difíciles de cuantificar.
Por otra parte, localidades más rurales fueron puestas a prueba este invierno con los frentes de mal tiempo más agudos de los últimos años y que afectaron no solo la conectividad digital, sino que también física, con el corte de caminos y rutas de suministro, dejando no solo a familias incomunicadas y generando pérdidas humanas, sino que también dañando severamente el normal funcionamiento de actividades básicas.
Ya sea en radios urbanos o en zonas rurales, el Internet Dedicado Inalámbrico ha surgido como una esperanzadora solución para empresas que dependen de la conectividad total, sin cortes, y que por la naturaleza de sus actividades requieren también altas velocidades de conexión con un enlace simétrico y de hasta 10Gbps. Al menos a nivel empresarial, los años en que el cable era el más escogido por proporcionar un Internet más veloz quedaron atrás.
El avance del Internet Dedicado Inalámbrico es tal, que incluso en la Región Metropolitana está por debutar el primer anillo redundante, conformado por antenas estratégicamente ubicadas en distintas zonas de la región, permitiendo dar cobertura total a las empresas situadas dentro del radio y restableciendo de forma automática cualquier interrupción de servicio. La gran ventaja es que la conectividad no es satelital, sino más bien vía microondas, proporcionando altas velocidades de conexión.
Otra característica fundamental a tener en cuenta por empresas cuyos procesos logísticos dependen en gran medida de Internet, es la resiliencia, entendida como la capacidad de un sistema para adaptarse y recuperarse rápidamente en situaciones adversas. Este concepto es vital para actividades como la salud, con todas las emergencias que debe enfrentar; la industria financiera, que opera con miles de transacciones digitales; el sistema sincronizado de semáforos de una ciudad o incluso las cámaras de videovigilancia en lugares públicos.
Independiente del sector, una empresa que cuente con resiliencia a lo largo de toda su cadena productiva -incluyendo por cierto el tipo de conexión a Internet- podrá construir el siguiente eslabón en la cadena de valor de su actividad que es la confianza y la fidelización de todo su entorno, teniendo en cuenta que la Era de la Revolución Digital no terminará pronto, y que la llegada de nuevas tendencias como la Inteligencia Artificial y el Big Data, generan mucha mayor dependencia de la red para operar día a día.
Por Víctor Opazo Carvallo, Gerente General de Netline.