Cuando las cadenas de suministros importan y/o exportan tanto insumos como productos terminados, entonces interactúan con cadenas de suministros fuera de sus propias fronteras y se globalizan. Aquí es donde nos encontramos con el concepto de Logística internacional que es básicamente la que permite el flujo de bienes entre cadenas globales de suministros interconectadas entre sí.
Por qué es tan importante hablar de logística internacional y por qué, en ese ejercicio, es inevitable enfocarse en el transporte marítimo y los servicios asociados a este. Bueno, de acuerdo con la Organización Mundial de Comercio (OMC), el comercio internacional representa aproximadamente el 57% de la economía mundial y alrededor del 90% de esta actividad se realiza por vía marítima.
A su vez, cuando hoy hablamos de logística internacional, no podemos dejar de analizar el impacto que provocó la pandemia y luego su recuperación post pandemia.
El tristemente célebre coronavirus provocó, aparte de las lamentables cifras de muertos y enfermos y largas cuarentenas; una brusca caída en la disponibilidad de la fuerza de trabajo en distintos sectores de la economía, incluido los servicios asociados con el transporte marítimo. Puertos, naves, camiones portacontenedores, depósitos de contenedores, aduanas, etc.; todos estos actores de una u otra manera sufrieron baja de personal y, por lo tanto, de productividad.
Como resultado de este escenario, la atención de las naves en los puertos fue más lenta, lo que aumentó los tiempos de espera y en muchos casos provocó el colapso de varios puertos, alrededor del mundo. Con mayores tiempos de espera, aumentaron los tiempos de tránsito, disminuyendo la frecuencia de viajes y, en consecuencia, una menor oferta de servicios navieros.
Por otro lado, al cerrarse los servicios, el consumo se volcó a los bienes, lo que se vio acentuado por los estímulos fiscales alrededor del globo, por supuesto en los países que contaban con los recursos para aquello. Esto generó un aumento importante de la demanda por servicios navieros.
La consecuencia lógica fue un aumento brusco en las tarifas navieras de, aproximadamente, hasta cuatro veces en la carga seca y dos veces en la carga refrigerada. Es decir, tuvimos una segunda mitad del 2021 y todo un año 2022 de terror con servicios marítimos lentísimos y carísimos.
Las compañías navieras lograban utilidades históricas, mientras las cadenas de suministro sufrían las consecuencias. Pero las leyes del mercado, que incluyen la de oferta y demanda, son parte de las reglas del juego y estas pronto cambiarían.
La ciencia hizo lo suyo y en cerca de un año desarrolló varias vacunas que permitieron ir superando paulatinamente la pandemia. Lo anterior permitió revertir el efecto provocado por el COVID 19, volvió la fuerza de trabajo y se normalizaron los tiempos de atención a las naves, los tiempos de tránsito y la frecuencia de los viajes y, por lo tanto, la oferta de servicios navieros se recuperó.
En cuanto a la demanda, la reapertura de los servicios hizo volver su demanda y con esto disminuir la de bienes. Esta disminución se acentuó con la desaceleración económica que produjo el fin de los estímulos fiscales que sinceró la deteriorada condición en que quedó la economía mundial, luego de la pandemia.
Se revirtió de manera significativa la relación oferta y demanda y las tarifas de los servicios navieros cayeron a niveles similares a la prepandemia. Ahora, la cancha se inclinaba a favor de las cadenas de suministro, gozando de servicios oportunos y económicos.
Sin embargo, toda esta experiencia dejó lecciones como la necesidad de generar resiliencia en las cadenas de suministro, cuestionó paradigmas como el just in time y desempolvó otros como el just in case.
Lo anterior nos dice que la normalización de la logística internacional post pandemia no implica que las cadenas globales de suministro vuelvan a funcionar de la misma forma que lo hacían antes de la pandemia. Si antes el foco estaba en tres factores: costo-capital, servicio y calidad, hoy se agregan tres nuevos componentes: resiliencia, agilidad y sustentabilidad.
Este nuevo foco logístico debe ser tomado en cuenta por los profesionales de las cadenas de suministro a la hora de generar, diseñar y aplicar las estrategias. No hay fórmula ni recetas, sólo hay que tomar en cuenta estos factores y tener muy clara la misión de la cadena de suministro que es, claramente, mantener la continuidad operacional del negocio a un costo, servicio y calidad competitivos.
Ignacio Espinoza Valdivia, gerente de Supply Chain Westfalia Chile y miembro de SCCC.