QUIEN SALVA UNA VIDA SALVA AL MUNDO ENTERO

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Dejando de lado los causados por fuerzas de la naturaleza, en general todos los accidentes son evitables. Las 1.645 vidas perdidas y 6.223 lesionados graves el 2023 en Chile, producto de accidentes de tránsito, sumado a todo el daño y sufrimiento a miles de familias afectadas pudo haberse evitado.

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"Velocidad imprudente", "Conducción irresponsable y falta de atención", "Conducción en condiciones físicas deficientes", "Imprudencia del peatón", "Maniobras temerarias", "Conducción bajo influencia del alcohol o drogas", "Desobedecer señales del tránsito", etc. tienen muy pocas atenuantes reales y creíbles y a todas luces dan un veredicto de: Culpable.

Rodrigo Serrano 21Culpable el conductor irresponsable y temerario, culpable el peatón confiado y distraído, culpable el empleador de ese conductor que exige, le permite o no controla el conducir más de las horas razonables, culpable la ley que cobra impuestos “de lujo” a elementos de seguridad en los vehículos, culpable el legislador que aprobó esa ley, culpables las normativas latinoamericanas con exiguas exigencias de seguridad a los vehículos que se pueden comercializar, culpables los organismos que permiten esas normativas, culpables las concesionarias de autopistas que gastan el mínimo exigido en elementos de protección y culpables los gobiernos que establecieron las bases con esas exigencias mínimas.

Este panorama complejo, donde la responsabilidad se diluye en un mar de factores, exige una acción contundente y multifacética. Es necesario un cambio cultural que priorice la seguridad vial con un compromiso real de los actores. Debemos abandonar la lógica de la culpa individual y enfocarnos en una responsabilidad colectiva.

Existiendo los medios tecnológicos para disminuir los accidentes y evitar más muertes, no hacerlo por parte de los privados y no exigirlo por parte de las autoridades, raya en la inmoralidad.

Evitar accidentes y salvar vidas es responsabilidad de todos: de los generadores de carga que contratan los servicios de los transportistas y les asignan los viajes y actividades y les exigen estándares y dispositivos de seguridad, de los transportistas que contratan, capacitan y remuneran a los conductores con distintos incentivos y que además adquieren los sistemas y dispositivos de seguridad, de los conductores que deben saber cuando levantar la mano si no están en condiciones adecuadas para conducir, que deben aprovechar y cuidar los dispositivos que se diseñaron para cuidarlos a ellos y que deben actuar con la responsabilidad que le compete a su rol en las rutas por donde transitan, de todos los demás conductores y peatones que comparten calles y caminos y en general de cada uno de nosotros que nos podemos transformar, de un momento a otro, en victima o victimario, afectando directa o indirectamente a muchas otras más personas.

Las tecnologías de seguridad activas, como: los dispositivos DMS para detectar fatiga y distracción, los dispositivos ADAS para detectar salidas de carril o acercamientos peligrosos a otros vehículos, los sistemas de frenado automático, ABS y control de estabilidad, detección de punto ciego, entre otros y las tecnologías de seguridad pasiva como los Airbags de conductor y pasajeros, carrocerías realmente resistentes y otros, son herramientas fundamentales para evitar que, el más mínimo error, sea mortal, pero no son suficientes para cambiar conductas, la única forma real de hacer de las rutas un lugar más seguro.

Retomando el tema de las vergonzosas y mínimas exigencias de elementos de seguridad, de los gobiernos latinoamericanos, para los vehículos comercializados en nuestros países, un estudio reciente del Banco Interamericano de Desarrollo estimó en 60.000 las muertes anuales que podrían evitarse, si las exigencias de seguridad fuesen las mismas que en Estados Unidos y Europa. El argumento de que son lugares con países desarrollados con mayores ingresos es completamente falso, basta hacer una búsqueda rápida para darse cuenta que, en un modelo de vehículo que en Chile cuesta del orden de 20 millones, en USA está cercano a los 24 mil dólares y en Europa cercano a los 27 mil euros, con la gran diferencia de que en USA y Europa, la versión “Desde” tiene exactamente las mismos elementos de seguridad que la versión top de línea y son otros los componentes que diferencian las versiones, por el contrario en Chile, los “desde” en muchos casos tienen menos airbags, no tienen control automático de frenado ni detección de salida de carril, por nombrar algunas diferencias.

Es fundamental aprovechar las tecnologías y acompañarlas de procedimientos, capacitaciones, incentivos, intervenciones y lo que sea necesario para lograr 5 actitudes claves que harán la diferencia en nuestro comportamiento frente al volante:

Responsabilidad, Empatía, Altruismo, Previsión y Sentido del Deber
Cada uno de ellos, en su propia dimensión, nos permitirá Salvar al Mundo, salvado vidas.


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