Según señala la Estrategia Nacional de Electromovilidad, 81% de la energía del sector transporte se usa en el transporte terrestre y más del 99% corresponde a fuentes fósiles importados. Chile ha establecido la meta de reducir 30% de sus emisiones a 2030 y la carbono neutralidad a 2050. Para lograrlo, el trabajo desde las empresas debe realizarse hoy. ¿Qué desafíos implica la electromovilidad? ¿Y por qué es tan beneficiosa, más allá de lo medioambiental? Expertos hablan del tema.
A comienzos de 2022 se aprobó y publicó en el Diario Oficial la nueva Estrategia Nacional de Electromovilidad, que tiene como objetivo establecer medidas que permitan el desarrollo acelerado y sostenible del sector, lo que conlleva a beneficios directos para la ciudadanía. Entre las metas se destaca que, al 2035, el 100% de las ventas de vehículos livianos y medianos en Chile serán cero emisiones.
Un estudio de 2020 arrojó que el sector de transportes es responsable de más del 24% de las emisiones de gas de efecto invernadero, tanto en el país como en el mundo. Por lo mismo, el uso y los avances de la tecnología y las buenas prácticas que ayuden a disminuir la huella de carbono, cobran una importancia no menor cuando hablamos del bullado cambio climático.
En Chile, el tema de la electromovilidad tomó vuelo y varias empresas se volcaron a esta tendencia. Tal es el caso de Andes Motor, quienes comenzaron en el camino de la electromovilidad en 2017, mirando las tendencias a nivel internacional y las innovaciones que debían fomentar en Chile en materia de movilidad: “Si queríamos mitigar el impacto del cambio climático, debíamos desarrollar un transporte sostenible. En 2019 comenzamos a vender los primeros vehículos eléctricos Maxus, presentamos el prototipo del bus eléctrico Foton y logramos la representación y servicios de las baterías CATL. Desde entonces y hasta hoy, tenemos en operación de más de 215 buses eléctricos circulando en Santiago y distintos modelos Maxus -como el EV80, eDeliver9 y el EV30- que se han convertido en un aliado estratégico de muchas empresas”, dice Maximiliano Sfeir, Gerente de Maxus en Chile.
Por su parte, Eugenio Soto, Subgerente de Optimización Logística de Melón, dice que implementar flota eléctrica en la industria cementera, “implica un desafío adicional por el peso de la carga transportada propiamente tal, pues a mayor carga, menor autonomía de los vehículos. La implementación de electromovilidad debe ser evaluada para cada servicio en particular, con el fin de lograr la rentabilidad del mismo”.
Además, asegura que la implementación de proyectos de electromovilidad para el transporte de carga, “requiere compromiso no solo de la empresa interesada en la adquisición del vehículo eléctrico, sino de la coordinación de los diferentes actores que intervienen en la cadena para la electromovilidad, como lo son el proveedor del vehículo, los proveedores de infraestructura de carga y energía y las autoridades gubernamentales”. En el caso de Melón, el transporte de carga terrestre es el principal modo de transporte de insumos y productos, representando, en promedio, el 96% de la carga que se moviliza anualmente.
Hablamos de un ecosistema
La electromovilidad abarca mucho más que el solo hecho de contar con un vehículo eléctrico. Es un conjunto, un ecosistema de factores los que se desempeñan para su óptimo desarrollo y avance. Adicional al vehículo, se requiere una serie de elementos para que este pueda operar de buena manera: infraestructura de carga, redes eléctricas preparadas para satisfacer la demanda de electricidad, acceso al financiamiento, servicios de mantención y repuestos.
En ese contexto, “el principal desafío es generar las condiciones habilitantes para que la electromovilidad pueda llegar a todo el país y no se concentre solo en Santiago”, explica Ignacio Rivas, coordinador de electromovilidad en Agencia de Sostenibilidad Energética, a raíz del lanzamiento realizado en abril del Proyecto GEF 7 Electromovilidad, el cual busca acelerar la adopción de vehículos eléctricos con bajas emisiones de carbono en las regiones del país.
Porque si bien la electromovilidad es un paso más para hacer frente al cambio climático y sus consecuencias, esta transformación no está exenta de desafíos. Y no tan solo son desafíos que deben enfrentar las grandes empresas que implementan este método de transporte y que forman parte de los distintos sectores económicos, la sociedad y su comportamiento también tiene un rol, al impactar directamente como un cambio social y cultural.
“Por el lado del vehículo los principales desafíos son la evolución de la tecnología, de manera que disminuyan los precios de los vehículos eléctricos; dar mayor acceso a financiamiento para los proyectos de electromovilidad que hoy son rentables; y aumentar la cantidad de vehículos y modelos eléctricos disponibles en el país. Respecto a otros elementos, los principales desafíos son robustecer y aumentar la red de carga y generar mecanismos para aprovechar la flexibilidad de estos vehículos, facilitando su integración al sistema eléctrico”, explica Rivas.
En el caso del transporte público de buses, los principales desafíos están fuera de Santiago donde, además, está atomizado: los buses que operan una misma línea tienen distintos dueños. Lo anterior, en primer lugar, “dificulta el acceso al financiamiento. Y segundo, para aprovechar al máximo la electromovilidad, la operación de la flota de buses y su carga requiere un alto grado de coordinación. Hay incertidumbre si esta coordinación es posible cuando existen distintos dueños en una misma línea. Finalmente, en varias ciudades de Chile, existen pocas alternativas de terrenos que cumplan con las condiciones económicas, técnicas y regulatorias para implementar centros de carga para buses”, sentencia.
Un espacio de oportunidades
La tasa de penetración de vehículos eléctricos en Chile aumenta año a año. En ese contexto, el ecosistema de la electromovilidad ha sido capaz de crecer, generar nuevas capacidades y permitir que los vehículos eléctricos operen en el país. No abundan ni son mayoría, pero para allá vamos, porque según dicen los expertos, Chile tiene las capacidades y condiciones para adaptarse a esta nueva tecnología.
Más allá de lo beneficioso para el medio ambiente, la pregunta recae en por qué es tanta la insistencia para que se implemente de aquí a 2035. Algunos factores son que, a nivel global, la electromovilidad produce mayor demanda por minerales, como el cobre y el litio. A nivel local, crea nuevos productos y servicios, oportunidades para innovar y nuevos puestos de trabajo. Además, para el segmento de alto recorrido, “los vehículos eléctricos son más rentables que los vehículos a combustión interna. A medida que vaya evolucionando la tecnología y disminuyan los precios, los vehículos serán rentables para muchos otros casos de uso. Y si hablamos de medio ambiente, a nivel global, permite reducir las emisiones de gases efecto invernadero. A nivel local, permite disminuir la contaminación del aire y el ruido en las ciudades”, explica Rivas.
Si bien la implementación de vehículos eléctricos es un cambio empresarial, quienes lo viven de manera mucho más directa son quienes los conducen. José Tomás Larraín es Product Manager de Transportes de Dercomaq y, según su experiencia, cuenta que a las personas “les da cada vez más confianza. Ha ido cambiando este tema cultural respecto a cómo manejar los vehículos eléctricos versus los a combustión. Es un estilo 100% enfocado en cuidar la autonomía”, señala, agregando que eso implica, por ejemplo, no hacer aceleraciones bruscas “porque son camiones rápidos, que tienen una respuesta mucho más fuerte que un camión a combustión. Al tener un camión rápido, la persona al principio lo pisa a fondo pensando que es como el otro, que no corre nada. Pero este sí corre. Nosotros como Derco apoyamos también a los clientes en capacitar medianamente a los conductores, muchas veces con asistencia técnica. Ese apoyo ha funcionado muy bien. La autonomía de nuestros vehículos funciona perfecto para una empresa que se dedica a última milla, sobre todo cuando no tiene que hacer tantos viajes interregionales. Los clientes están contentos y hay varios agrandando la flota para incluir más en su portafolio”, cuenta.
Para Larraín, el principal cambio es, precisamente, la barrera cultural de la manera de conducir, la cual se está rompiendo. A esto, le suma la infraestructura de carga a nivel nacional, que está mejorando cada vez más, lo que les permitirá cubrir mayores rangos y darle más horas de uso a las unidades: “Si sabes que en el camino vas a tener un cargador rápido y va a alcanzar para tu regreso, es una tremenda ayuda para los transportistas. Hay otro tema importante que no siempre lo mencionan las empresas, y es que el cliente debe realmente tener las condiciones para poder instalar un cargador en las dependencias físicas donde trabaja o guarda los camiones. Debe corroborar que la conexión eléctrica que tiene, soporta”.
La electromovilidad es hoy
La movilidad eléctrica es una innovadora solución y respuesta a la realidad medioambiental que se vive mundialmente. “Para las personas que han decidido apostar por un vehículo eléctrico, esto ha significado una serie de beneficios, se sienten seguras y cómodas con la elección. De hecho, sabemos que muchas no volverían a un vehículo de combustión. Pese a ello, hay un porcentaje de personas y empresas que aún no está dispuesta a migrar a este tipo de producto. Es clave ir derribando mitos en torno a la electromovilidad, informar sobre esta nueva tecnología y brindar una asesoría integral para apoyar esta transición”, opina Maximiliano Sfeir, de Maxus, quienes creen firmemente que Chile sí está preparado para avanzar hacia la electromovilidad. “Debemos ir reuniendo las capacidades y conocimientos necesarios para que su entrada masiva se realice en las condiciones más óptimas. Es primordial ir cimentando este camino entre todos, asesorando a nuestros clientes, respondiendo las principales inquietudes que surjan y resolviendo todos aquellos temas que tenemos pendiente como sociedad”, concluye.
Por Carola Hidalgo L.