Curiosamente la redacción de esta columna me encuentra justo en medio un Seminario de Logística realizado en el Puerto de Amberes, el segundo más grande de Europa después de Rotterdam. Ha sido impresionante ver en vivo la infraestructura que un país tan pequeño como Bélgica dispone para múltiples tipos de carga y cómo maximizan el uso de la red intermodal de transporte.
En un área de 12 mil hectáreas disponen de puertos multipropósito, terminales de contenedores, industrias, almacenes, además de un complejo sistema de autopistas, líneas férreas, pipelines y barcazas. En resumen, una realidad envidiable que demuestra una capacidad logística que por lo general, sólo se puede ver en libros.
Sin embargo, a pesar de toda la infraestructura, los Ingenieros y expertos demuestran en cada una de sus exposiciones, la gran preocupación que tienen respecto al futuro de la logística de última milla, pronosticando malos augurios para lo que se viene a raíz de los cambios en los patrones de compra de los consumidores. Son bien pragmáticos en comenzar todas las charlas recalcando los principios básicos de la logística, repitiendo una y otra vez la necesidad de agrupar grandes volúmenes de carga y maximizar el tránsito bidireccional (generar el ansiado round trip).
Entonces, ¿cuál es el problema? No tienen claro aún cómo la industria logística enfrentará los desafíos nacidos a partir de la llegada en masa del e-commerce.
En el caso de Europa, los volúmenes de carga transportada de un punto A a un punto B no han cambiado drásticamente en los últimos años. No obstante, el número de embarques necesarios para mover estos volúmenes crece a tasas del 20% por año, imponiendo un desafío mayor para los operadores logísticos de la región. ¿En qué se traduce esto? En que 1 de cada 4 camiones viaja vacío y de que los viajes “full” lo hacen sólo al 57% de capacidad. Se traduce en que el 5.5% de las emisiones de CO2 en la Unión Europea son aportadas por la cadena logística, de las cuales el 50% son emitidas sólo por camiones. Las ciudades además, enfrentan aumentos en la congestión de sus rutas, impactando directamente en la productividad de ese medio de transporte.
Hace 8 años, un camión lograba hacer 30 puntos de reparto por día, hoy no logran superar los 22 puntos. Sumemos a esto, los bajos márgenes de la industria (especialmente en empresas de transporte terrestre) y el envejecimiento de la población en Europa (un conductor profesional promedio tiene 50 años). En resumen, nos acercamos a la tormenta logística perfecta.
¿Qué está haciendo Europa al respecto? Hay una serie de iniciativas, pero nada concreto aún. Por una parte, el consumidor final lucha contra el cambio climático, pero por otra, abusa del comercio electrónico aumentando de esta manera el número de camiones en las rutas. Las empresas que venden a través de la web cobran servicios de despacho que duramente cubren los costos directos del transporte y, por lo tanto, la sociedad paga en conjunto todas las externalidades negativas que la logística está generando. Se propusieron impuestos a las emisiones de CO2 y tarifas transversales de despachos que cubren las externalidades. Ambas propuestas, lo único que hacen es aumentar el valor final de los bienes, algo que nadie quiere asumir. Algunos países están impulsando la innovación para reducir el número de viajes, lanzando iniciativas como impresoras 3D que sean capaces de producir ciertos tipos de productos en zonas densamente pobladas, para así evitar la distribución.
Sin embargo, el concepto que más se está desarrollando es el de internet físico (physical internet). Si bien, es una teoría que se escucha desde hace ya un par de años, la verdad es que hay muy poco desarrollo concreto al respecto y, por lo mismo, urge comenzar a definir y probar en gran escala. En esto, todos los expertos coinciden de que se necesita urgencia, se necesita un ente regulador y se requiere de una industria que esté dispuesta a compartir información entre los distintos actores. Se está avanzando, pero no a la velocidad deseada.
Haciendo un paralelo con Chile, vemos que los problemas no son tan ajenos a nuestra realidad. Ser el país más avanzado en venta e-commerce de la región nos obliga a mirar desde ya, lo que países desarrollados están haciendo para enfrentar problemas que, en mediano plazo, tocarán nuestra puerta.
Sin duda, la profesionalización de la industria será vital para resolver. Sin embargo, es necesario escalar el tema medioambientalmente para crear así, conciencia de las consecuencias que nuestra conducta de compra genera sobre el planeta. Esperemos sea un tema a discutir en la próxima COP25 que se desarrollará en Chile, en diciembre de 2019.
Por Eduardo Torres, Gerente Logística en Kitchen Center SPA