El panorama para la construcción este 2023 seguirá siendo complejo. La inversión en infraestructura productiva, cuyo principal componente es la inversión minera, se contraería 38% respecto de este año, según proyecciones de la Cámara Chilena de la Construcción (CChC), mientras que el gasto en construcción retrocedería 37% en doce meses, lo que no logrará ser compensado por la inversión pública.
A su vez, las dificultades para conseguir créditos hipotecarios repercuten en que las personas prefieren arrendar viviendas en vez de comprar, provocando una caída del 38% en la venta de viviendas en el Gran Santiago durante el tercer trimestre de 2022, según cifras de la consultora GFK.
Otro punto a considerar, es que los materiales de construcción se han encarecido y se han vuelto más escasos, por lo que las empresas están intentando ser más productivos en su uso para afrontar la crisis. Y eso se puede lograr a través de la tecnología.
En una industria que históricamente se ha caracterizado por ser análoga, con operarios contando a punta de papel y lápiz la cantidad de sacos de arena utilizados en un proyecto, por ejemplo, la tecnología hoy permite revisar la trazabilidad de toda la cadena de suministro, desde que se solicitan los materiales hasta que se trasladan, almacenan y utilizan en la obra.
Es así como las nuevas herramientas digitales jugarán un papel muy importante este año a la hora de optimizar y hacer más eficiente el uso de materiales en la construcción, reduciendo la cantidad de desechos. Permiten ser más precisos en las cantidades de material requeridas, la frecuencia y momentos de utilización, así como cotizar y comparar proveedores en línea para mejorar la toma de decisiones.
En ese sentido, para lograr la recuperación económica del sector es clave que cada vez más startups apunten a mejorar la productividad de la construcción, optimizando la gestión de personas, materiales y activos mediante el desarrollo de plataformas digitales.
Si bien es común que quienes emprenden en el mundo de la tecnología apunten a los rubros de consumo masivo, retail, banca, medicina, entre otras, es necesario hacer notar el tamaño del negocio de la construcción, que cerró el 2022 con una facturación de US$ 545.600 millones en América Latina, de acuerdo con cifras de Global Data.
Si a ello le sumamos una mayor eficiencia y productividad, junto con el desarrollo de nueva infraestructura pública en Brasil, Chile y México —considerados por los fondos de inversión como los mejores países para aportar capitales para obras públicas en Latinoamérica—, los incentivos al emprendimiento se multiplican.
Por Ariel Vaisman, CEO y cofundador de RendaloMaq