Las ventas del comercio minorista cayeron un 15,4% en enero de acuerdo con las estimaciones de la Cámara de Comercio de Santiago (CCS), alcanzando uno de sus peores registros en los últimos dos años y medio, al tiempo que también anotó por séptimo mes consecutivo contracciones de dos dígitos, según el reporte elaborado en base al índice nominal de ventas diarias del Banco Central.
La mayor acumulación de stock que se ha visto en este mercado, ha llegado a números históricos en niveles de inventarios mantenidos, con un alza anual de 31,4% el segundo trimestre de 2022 y un incremento de 9% frente al primer trimestre del mismo año, según los datos del Instituto Nacional de Estadísticas (INE), generando los evidentes impactos en costos de mantención de stocks para el rubro.
Los mayores niveles de inventario, sumado a la desaceleración económica, pone a la industria del consumo masivo en el centro de una tormenta perfecta: menores ingresos por ventas y un alto aumento de costos por manejo y mantención de inventarios, dentro de estos el más visible: el costo de administración de almacenaje. Este contexto, deja en evidencia una vez más la fragilidad de la cadena de abastecimiento, la que ya venía fuertemente desafiada durante la pandemia y su periodo posterior.
La logística actual requiere una mayor adaptabilidad de las cadenas de abastecimiento y ello se logra mejorando la “flexibilidad estructural”, lo que significa buscar más economías de alcance que las tradicionales de escala, orientarse a distribuir la manufactura y soluciones logísticas más desde lo local a lo local y, por sobre todo, crear una suerte de banda ancha de activos y capacidades de infraestructura para compartir.
En ese mundo es que empieza a tener relevancia lo denominado como Spaces as a Service. Ejemplos internacionales de Retail as a Service, por ejemplo, arriendan espacios y tiendas urbanas de alto flujo para que emprendedores online y tradicionales, tengan ubicaciones físicas tipo “show rooming” por días, o para que distintas tiendas puedan liquidar en forma conjunta excesos de inventario, siendo una interesante alternativa para replicar en las Cadenas de Abastecimiento Local. Asimismo, el uso de flotas compartidas en transporte, como Shared Truck Load (STL en vez de LTL y FTL) o de capacidades ociosas o subutilizadas de activos logísticos, como centros de almacenaje y distribución que se arriendan a demanda a través de plataformas colaborativas, permiten una importante reducción de costos fijos, así como una mayor eficiencia y adaptabilidad de los procesos.
Otro punto fundamental para lidiar con el exceso de inventario es la importancia de abrirse a nuevos canales de distribución y venta del sobrestock, así como a estrategias innovadoras de omnicanalidad. Tecnologías innovadoras permiten hoy día enviar el producto de manera oportuna a una ubicación que tenga demanda y aumentar las posibilidades de que se venda. Marcas como Zara o Tommy Hilfiger, procesan las devoluciones y overflow de Europa del sur y las clasifican y envían a Holanda, desde donde las reubican en el norte de Europa, como lo hace Logis Fashion en Barcelona, según me tocó ver durante una de mis visitas a la empresa en enero pasado.
Si bien, tanto la mayor flexibilidad estructural como la implementación de estrategias innovadoras pueden parecer soluciones sencillas desde el punto de vista logístico, la relevancia radica en el considerable ahorro de recursos. La bolsa negra de costos logísticos, que generalmente no son asumidos como un problema porque siempre se han pagado, terminan redundando en los costos de venta final o en los márgenes de las empresas, lo que significa una tremenda pérdida oculta, de tal forma que, buscar alternativas flexibles, puede significar cambios considerables en la sumatoria final, aprovechando el virtuoso círculo de la tecnología y la economía colaborativa frente a la incertidumbre que acompaña este 2023.
Salustio Prieto, CEO y Co-Fundador Next4