China, en marzo, nuevamente decretó el confinamiento de la población en importantes ciudades, muchas de ellas portuarias, paralizando sus actividades comerciales y productivas con los efectos que eso deja en términos económicos para el país asiático y el resto del mundo.
Por otra parte, las cifras macroeconómicas a nivel mundial no son auspiciosas. El incremento en la inflación, la disminución en el consumo, el costo de la vida y los niveles de inversiones resuena como las principales preocupaciones de expertos.
Finalmente, la invasión rusa a Ucrania tiene en vilo a buena parte de Europa. Los efectos de esta situación aún están siendo analizados; pero lo que sí está claro es que por muy lejano que se vea el conflicto, éstos actuarán con efecto dominó, golpeando los distintos mercados. La globalización y las cualidades del comercio mundial hacen imposible evitar los golpes de esta situación bélica a nivel mundial.
Sin embargo, a pesar de este escenario económico mundial es evidente que la industria de Supply Chain sigue estando exigida. El constante estado de alerta de las operaciones del sector es algo que no terminará, pues tanto mercado como consumidores esperan que la industria, sus empresas y sus profesionales continúen dando vida a la cadena de suministro y mantener así el consumo, la economía y el abastecimiento con los menores efectos posibles. ¡Las exigencias no paran!
Y ante este panorama, las empresas siguen mirando constantemente alternativas para seguir mejorando a nivel operacional y también en calidad de servicio, donde los proyectos están tremendamente ligados a la tecnología; una tecnología hoy marcada por la integración de los procesos y las soluciones, la escalabilidad y la flexibilidad.
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