La logística no está ajena a la preocupación por la Seguridad. Tres duros golpes recibió la cadena logística en los últimos meses, los que lamentablemente no son aislados. A los hechos ya conocidos de atracos a las bodegas y robo en las rutas se sumó lo sucedido en el aeropuerto de Santiago y el informe de la ONU sobre el puerto de San Antonio que alertaron aún más al sector.
Seguridad es la palabra más escuchada y la más demandada hoy en Chile. La preocupación por este punto ha remecido a la sociedad chilena, la cual se ha visto golpeada por los últimos hechos de sangre que han tenido como víctimas a tres funcionarios de Carabineros, los robos a gran escala, la tenencia de armas en manos de civiles, la presencia de bandas delictuales y la amenaza de un creciente mercado del narcotráfico en el país.
Parece ser que hay un consenso sobre el clima que se vive en términos sociales. La seguridad se ha transformado así en la principal preocupación y demanda de la población, quienes claman por medidas tendientes a disminuir la sensación de inseguridad.
Los actores de la industria logística, transporte y retail, por nombrar algunos, no están ajenos a esta sensación de inseguridad, asumiendo acciones de resguardo como el aumento de tecnología en esta área, el reforzamiento de protocolos de seguridad y la implementación de nuevas estrategias tendientes a disminuir la acción delictual. Pero ¿qué tan efectivas son estas medidas? ¿cuál es la realidad de la seguridad en la cadena logística? Aquí, algunos de los principales puntos de preocupación de la industria y algunas de las medidas que se han asumido.
CASO 1: LA PUERTA AÉREA
Marzo fue un mes duro para la seguridad logística. El miércoles 8 de ese mes, el país despertaba con la noticia de un intento de robo de un camión de valores con más de 32 millones de dólares en la losa del aeropuerto de Santiago. El hecho generó un tiroteo en el terminal aéreo que dejó 2 muertos, un agente de la Dirección General de Aeronáutica Civil (DGAC) y un miembro de la banda de delincuentes.
El dinero que se intentaba sustraer estaba guardado en 25 bolsos y provenía de un vuelo comercial desde Miami, Estados Unidos. Este podría haberse transformado en el nuevo robo del siglo sumándose así a las duras estadísticas de seguridad. Este hecho se suma al ocurrido el 12 de agosto de 2014 cuando 6 hombres amenazaron a los trabajadores que cargaban remesas de dinero en aviones; atraco en el que robaron 6 mil millones. Ambos hechos pusieron en cuestionamiento la seguridad del Aeropuerto, lugar donde se mueven importantes sumas de dinero, grandes toneladas de carga valiosa y, por supuesto, es la puerta de entrada del comercio electrónico transnacional y del comercio exterior chileno.
¿Cuenta el aeropuerto de Santiago (el principal terminal aéreo del país) con la seguridad necesaria? ¿tiene los protocolos requeridos para esta industria? ¿existe una mirada de seguridad de las acciones que ahí ocurren? Estas son solo algunas de las interrogantes que quedaron sobre el tapete tras los hechos.
No cabe duda de que el Aeropuerto requiere de una revisión en cuanto a sus protocolos y acciones de seguridad con la finalidad no sólo de disminuir el robo de especies y dinero, sino que sobre todo evitar la muerte de trabajadores. El transporte aéreo no puede quedar ajeno a la tarea que hoy tienen todos los eslabones de la cadena de repensar operaciones sus operaciones con el sello de seguridad.
CASO 2: LA PUERTA MARÍTIMA
No sólo el transporte aéreo ha sido golpeado con lo sucedido en el Aeropuerto de Santiago. Un fuerte golpe recibió el puerto de San Antonio, considerada una de las principales puertas de acceso marítimo en Chile y en un actor clave para el sector exportador chileno, por parte de la Organización de Naciones Unidas (ONU).
El organismo internacional, a través de su Oficina contra la Droga y el Delito, realizó un informe en el que reveló los principales puntos de tráfico y traslado del mundo de la cocaína, en el que aparece el puerto de San Antonio como uno de los principales puntos del planeta.
Según el informe, la investigación data el origen y destino de la cocaína a nivel global. En esta línea, se rastreó el modo en que traficantes movilizan sus contenidos por distintas latitudes del mundo y es ahí donde señaló que: “Chile se utiliza como país de tránsito para el tráfico de cocaína desde Colombia y Perú y hacia Europa y Estados Unidos. En concreto, a través de barcos que parten del puerto de San Antonio. Esto incluye una estrategia en la que los bienes en contenedores son nominalmente importados y reexportados de modo que el país de salida aparezca como Chile”.
Producto de estos hechos es que el Puerto San Antonio, empresa encargada de la gestión del puerto, habló sobre lo que esta noticia significa a nivel local. De este modo, adelantaron que buscarán implementar diversos cambios para reducir esta realidad. “Conectamos a las rutas marítimas de Centroamérica y otros países de Sudamérica con Norteamérica, Europa y Asia. Esto hace que por aquí transiten naves que han embarcado carga en otros puertos más pequeños del continente”, describió el gerente de asuntos públicos, Carlos Mondaca, según recoge El Mostrador.
Producto de esto es que apunta a que estos hechos han “concitado un ámbito relevante de nuestro trabajo. Esto tanto en la coordinación con la Aduana y las policías, como a nivel de Comité de Coordinación de Servicios Públicos (COP), instancia en la que se está impulsando -por ejemplo- la próxima adquisición de un moderno camión scanner para reforzar el control”. Asimismo, la autoridad en el lugar habló del trabajo con el fin de aumentar la fiscalización en el puerto de la Región de Valparaíso.
“Hemos establecido canales de trabajo con la PDI, a través de la Briderpo. Con el Ministerio de Interior, a través de la Subsecretaría de Prevención del Delito. Y con la autoridad local, a nivel de la delegación provincial”, complementó Mondaca. A días de conocerse el informe, el Puerto de San Antonio recibió un nuevo camión scanner con el objeto de reforzar las fiscalizaciones a las cargas marítimas. Si bien suena insólito, se informó que desde hace 7 meses que el camión escáner capaz de revisar mediante Tecnología No Invasiva (TNI) si es que están pasando drogas o no en la carga no funcionaba, y desde el 2020 que funciona de manera intermitente.
Se espera que las medidas anunciadas y la preocupación manifestada por las autoridades portuarias y estatales se traduzcan en mejoras a la actividad portuaria nacional. Al parecer, el transporte marítimo en Chile requiere de una revisión no sólo con una mirada crítica y cuestionadora, si no que requiere de una mirada de modernización que vaya de la mano de la inversión, de rediseño de operación y con un apoyo transversal, ya que la industria lo requiere y merece considerando el rol que tiene para la economía del país.
CASO 3: EL ATRACTIVO TECNOLÓGICO
Lamentablemente el robo a los centros de bodegaje y almacenamiento han sido reiterados. Las historias no faltan y nos enfocaremos, como ejemplo, en uno de los últimos hechos ocurridos.
Como cinematográfico fue catalogado el asalto que ocurrió el pasado 16 de marzo cuando un grupo de aproximadamente 20 delincuentes concretó un robo al interior de una bodega, ubicada en el sector de Noviciado en la comuna de Pudahuel. Los delincuentes arribaron al lugar a eso de las 15 horas en seis vehículos. Ya dentro del lugar, los sujetos procedieron a concretar el robo de 300 celulares, avaluados en más de 90 millones de pesos. Los delincuentes en cinco minutos y con armas en mano volvieron a poner sobre el tapete la seguridad de las bodegas.
Días después, el 28 de marzo, nuevamente el país despertó con la noticia de un nuevo robo, esta vez al Centro de distribución de Starken, en la comuna de San Bernardo. En la ocasión, al menos 4 vehículos ingresaron al recinto con sujetos con rostro tapado y portando overoles blancos, quienes inmediatamente se dirigieron a las bodegas en las cuales se almacenan artículos de mayor valor como celulares y artículos electrónicos.
Ambos hechos dejan en evidencia el atractivo delictual que tiene la tecnología. Su fácil comercialización y reducción en el mercado negro y el alto valor de las especies le dan un atractivo único a este tipo de artículos que impulsa, lamentablemente, a la delincuencia, quienes no sólo atracan los centros de almacenamientos, sino también a los vehículos que transportan estos artefactos.
Esta situación de seguridad no pasa inadvertida para ninguno de los actores involucrados, públicos, privados y policiales. Según la encuesta de “Robos a la carga en la industria logística 2019 -2022”, elaborada por la Asociación Logística de Chile (Alog) con información entregada por empresas del rubro logístico, portuario, extraportuario y de transportes que operan a nivel nacional, confirma lo anterior, señalando que el 25% de los productos robados corresponden a Tecnología y Línea Blanca y en cuanto a la distribución de los robos informados a nivel nacional, la Región Metropolitana encabeza la lista con el 43% de los hechos.
Ante esta situación, en diciembre de 2022 se promulgó la iniciativa Bloqueo Imei (R.E. 4281) una medida impulsada por Alog Chile, el Ministerio del Interior y Seguridad Pública y el Ministerio de Telecomunicaciones, iniciativa que autoriza el bloqueo de equipos celulares robados, previo a su comercialización, de modo que queden inutilizados en caso de sustracción desde sucursales, bodegas o durante el traslado con la finalidad de desincentivar el robo de estos equipos. Los celulares nuevos robados deberán quedar bloqueados en un plazo no superior a 24 horas desde denunciada la sustracción. Para ello se utiliza el código IMEI, numeración única del aparato a nivel mundial.
Con todo, queda en evidencia que ante la escalada de violencia que las bandas delictuales imprimen en cada robo, la respuesta de los actores del comercio, del transporte y la logística ha sido invertir en tecnologías de primer nivel, implementar un trabajo colaborativo con las policías e instaurar protocolos cada vez más estrictos. Sin embargo, claro está que las medidas e inversiones deben ser reforzadas y uno de los factores claves es y seguirá siendo el trabajo mancomunado entre las partes involucradas para enfrentar a nivel de industria la delincuencia.