El debate en torno al consumo energético de la Inteligencia Artificial se intensifica día a día. Diversas investigaciones han advertido que la emisión de CO2 generada por el entrenamiento de algoritmos puede superar con creces a la de varios autos durante su vida útil; específicamente también que sólo una sesión de entrenamiento de GPT-3 utiliza la misma cantidad de energía que 126 hogares daneses durante un año, lo que, a su vez, es comparable con la huella de carbono de un automóvil recorriendo 700.000 millas. A esto se suma la infraestructura ligada a la IA, como los grandes centros de datos, que consumen una enorme cantidad de agua en tiempos de creciente déficit hídrico.
A días de la conmemoración del Día Mundial de la Salud, el Grupo Ahona plantea que la logística, al ser una variable tan crítica, debe ser considerada como parte del ecosistema de salud.